martes, 2 de agosto de 2011

El horror

……….Las llamas del infierno parecían haberse hecho dueñas de la ciudad. Pero el sonido peculiar que se escuchara momentos antes de su aparición no dejaba lugar a dudas, los órganos de Stalin estaban dando otro de sus letales conciertos.

Sven miro atrás, hacia los restos de lo que minutos antes era nuestra compañía. Allí yacían, en sangriento desorden, varios semiorugas, un Panzer III y docenas de cadáveres de los que habían sido nuestros compañeros.

Y esos habían tenido suerte…de otros, dispersos, se reconocían apenas partes de sus piernas, brazos o cosas aun mucho peores, incluso, de la nieve surgía una blanca mano sujetando aun el máuser, sin cuerpo que la sostuviera.

Solo Sven, yo, Klaus, el pequeño Nicholas y el sargento Von Brauswitch permanecíamos con vida en medio de este caos, aunque de hecho el sargento parecía mas cerca del otro lado, con su brazo derecho volatilizado y un agujero en su costado del tamaño de un puño. Era al mismo tiempo asombroso y aterrador ver como un hombre podía permanecer vivo en ese estado, vivo y consciente. Y ahí estábamos los cinco, inmóviles, cubiertos de polvo, nieve y sangre, esperando a que los Ivanes se acercaran para terminar su obra. Y buen trabajo por cierto el suyo, habían aprendido mucho desde que al principio de la campaña los capturábamos a centenares de miles, cercados en bolsas de resistencia de las que salían sin calzado, comida o armas. Ahora las cosas eran muy distintas. Conocedores del trato que le esperaba si caían en nuestras manos, y dentro de su elemento, como era este maldito y helado clima, preferían morir antes que dejarse capturar. Y claro que morían, a centenares, a miles, pero no sin antes llevarse con ellos al infierno a muchos de nuestros camaradas. Todo iba de mal en peor, pero este asunto de Stalingrado se llevaba la palma. No solo detuvieron nuestro avance, a costa de destruir la ciudad hasta sus cimientos, sino que de las ruinas, de los sótanos, surgían como ratas enjambres de soldados soviéticos dispuestos a morir por el padrecito y su Madre Rusia. Era tal su tenacidad, que apenas a cien metros del frente, y en edificios en ruinas, aun seguían trabajando en las fábricas de armamento, de las que nacían armas que inmediatamente, sin otro intermedio, eran usadas contra nosotros.

De repente se oyó un pequeño chasquido. En tensión, sin dudar cual seria nuestro destino, con las armas en posición, intentábamos no respirar, a la espera de ver surgir a nuestros enemigos. Del montón de escombros que marcaba el punto donde se alzaba antes el Hotel Volga, los primeros rusos iniciaban con cautela el descenso. Con las bayonetas caladas en sus fusiles, iban clavándolas a las figuras inmóviles de nuestros compañeros.

Un capitán dirigía la maniobra, con la sombra del comisario político, similar a un buitre, a su espalda. Entonces, a una señal del sargento con su único brazo, la MG 34 de Klaus inició su letal melodía. Con cada uno de sus tableteos, una fila de tovarichs era barrida. Con nuestras metralletas y granadas contribuimos a la matanza.
Pero su numero era muy superior, y nuestras posibilidades nulas. Una lluvia de granadas de morteros impactó sobre nuestro refugio, matando a Nicholas, esparciendo sus restos sobre nosotros. Mas tarde, la bala de un francotirador destrozó la cabeza de Sven. Klaus, Enloquecido, se levanto con la ametralladora y avanzó hacia las posiciones rusas. Una tras otra las balas lo traspasaban, pero su colosal cuerpo no cayó a tierra hasta que una granada bien dirigida le dejo sin piernas. A mi una de las salvas de mortero me había dejado enterrado bajo una masa de ladrillos, cadáveres y otros restos, herido pero consciente. Así pude ver como nuestro sargento, tras acabar, inmóvil como estaba, con un par de soldados enemigos, terminaba siendo cortados en pedazos por las bayonetas soviéticas.

Permanecí enterrado y oculto durante dos largos días, sediento y aterido de frío, hasta que un contraataque de nuestras fuerzas permitió que pudiera pedir ayuda. Ahora te escribo, mas para mi que para ti, pues se que esta carta jamás podría pasar el escrutinio de los censores, desde la cama de un hospital de campaña, bajo el constante fuego de artillería del enemigo, sin apenas nada que comer ni con que calentarnos.

Ya nunca volveré a jugar al Fútbol. Tengo ahora una pierna menos, aparte de otros destrozos en mi cuerpo y mente, pero ya todo me es indiferente, pues se que voy a morir aquí. Solo pido al cielo que no permita que envié a Konrad aquí, a este averno en la tierra, donde los hombres son fieras y solo luchamos y matamos por nuestra propia existencia, la nuestra y de la nuestros camaradas, no por patrias, ideologías, razas ni ninguna otra estupidez parecida. En realidad creo que los soldados de Stalingrado, rusos y alemanes, tenemos mas en común entre nosotros, en nuestro sufrimiento, que con la gente que nos espera en nuestros hogares, ajenas al horror inhumano de esta guerra, aunque…este es su hogar, no el nuestro, ellos mueren por un trozo de tierra, pero es su tierra,…ojala este castigo no caiga jamás sobre la nuestra, ojala, ni la sangre de mi generación tenga que derramarse entera para regar la locura infinita de nuestros dirigentes…

Me despido de ti, madre, con la seguridad de que no te volveré a ver, deseando que alguna vez cese la carnicería y los jóvenes podamos ser de nuevo jóvenes y no asesinos o victimas.

Hospital de Campaña ….., Stalingrado, A 17 de Noviembre de 1942

Fragmento de una carta encontrada en el cadáver del Cabo de Panzergranadiers Karl Telemman, ex jugador del Hannover 96 e internacional alemán en el mundial de 1938, muerto en un ataque de artillería sobre el hospital donde estaba internado, el 12 de Diciembre de 1942.

Posdata: Por supuesto este no es un relato real, aunque si lo fue, multiplicado por mil, el inmenso horror en el que se basa. No es nuevo, sino uno de mis primeros pinitos en el mundo de los cuentos, escrito tras ver una escena particularmente sangrienta de “Enemigo a las puertas”. Unos cuantos años después, lo revisé, cambiando unas cuantas cosas y añadiéndole otras. Espero que os guste el resultado.

Y una recomendación, una espectacular galería fotográfica sobre la Batalla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario