miércoles, 11 de mayo de 2011

El roce de tu piel

Os separáis, tras el último beso. Caminas tristón, con desgana, rumbo al aparcamiento. Arrancas el motor del coche y vuelves a casa. Estas cansado, con el cuerpo agotado y la mente nublada. Y sin embargo, jamás experimentaras algo tan placentero.

Ahora han pasado ya horas desde que dejara tus brazos, pero tú la sigues sintiendo allí, presente, a tu lado.

Como cuando bajas de un barco y notas aun el balanceo del mar en tus piernas, tu cuerpo se siguen meciendo al ritmo de sus caricias.

Despiertas de tu estupor, y compruebas como un nuevo mundo se abre ante ti. Sabes que a partir de ahora tu vida tiene sentido. Y eso, el comprender que ya no te limitas a seguir caminando sin rumbo, solo, sino que su compañía alivia las penas del viaje, te libera de la tiranía de tus temores.

Duermes. Y en tu sueño, ella permanece cerca, vigilante. Nada malo te puede suceder mientras este ahí, velando.

De pronto, se acerca a ti…y te toca. Cuando un simple roce te hace ver el cielo y hace que un terremoto estremezca tu cuerpo, comprendes que lamentarías cada día, cada segundo que no estuviste a su lado…si no fuera porque desde que la conoces el pasado dejó de existir. Solo hay presente y sueños de futuro. Y dejas de atormentarte, porque cualquiera de sus miradas vale más que cien agravios que recibieras. Y te dices que si alguien como ella te escogió a ti, tampoco debes estar tan mal…

Y por fin, levantas la vista, y la miras. Y te pierdes en sus increíbles ojos verdes, sin miedo de extraviarte, sin miedo a la derrota, simplemente, sin miedo.

Ya no eres el mismo, ni nunca lo volverás a ser...y jamás te alegraste tanto de nada. Y por una vez dejas tu pesimismo atrás, y permites que tu corazón se diga que lo mejor aun esta por llegar…

Cierras los ojos, y dejas que tu mente se deslice hacia el silencio, buscando el descanso que necesita tu maltrecha figura. Y mientras te desvaneces en la calma, las ultimas imágenes que despiden tu consciencia son la de de una diosa pelirroja saltando al ritmo de una canción.



¿Quién necesita soñar con el paraíso cuando ella te lo ofrece con cada gesto?

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