lunes, 3 de mayo de 2010

Donde mueren los elefantes

Uno de esos mitos que se grabaron a fuego en el interior de mi mente, desde mi cada vez más lejana infancia, se encuentra a medio camino entre lo cinéfilo y lo literario.

En muchas películas de aventuras (Tarzanes incluidos) o novelas del mismo cariz, encontramos referencias a una especie de “El Dorado” de marfil, al lugar donde los viejos paquidermos van a morir, en un rincón apartado y desconocido, en lo mas profundo de la floresta, apartando de las garras de la codicia humana sus preciados colmillos. ¿Quien no soñó alguna vez con encontrar ese camposanto marfileño, caminar entre las relucientes osamentas bajo un silencio sepulcral, sin atreverse a perturbar el descanso eterno de los gigantes mancillando sus tumbas,y retirándose de allí de nuevo, sin nada entre las manos, y dispuesto a defender para siempre el secreto de sus ocupantes?

Supongo que el halo romántico que envuelve el mito hace imposible evitar sentir atracción por el, y uno desearía en lo mas profundo de su corazón que los “Cementerios de elefantes” existieran de verdad…para al momento arrepentirse y creer que lo mejor es que permanezcan para siempre como leyenda…porque allí nunca podrán ser destruidos.

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